Una: “Hija, es hora de que empieces a usar
desodorante”-la primera vez que te lo dicen duele un poco, pero lo acabas
agradeciendo.
Dos: “Vamos a la modista a que te haga el vestido para
tu puesta de largo”.
Lágrimas brotaban en mis ojos con sabor a vergüenza y
felicidad. Para los que no lo sepan, la puesta de largo es una fiesta que
realizan las familias BIEN para dar a sus retoños a conocer en sociedad. Está
más encaminado para las chicas y es necesario que no se le conozca ningún novio
formal –por suerte yo había mantenido mi relación con Ashton Kutcher en el
mayor de los anonimatos- y deben tener entre 16 y 20 años. Se puede hacer con
más niñas, pero yo por supuesto la quise dar en exclusiva.
La fiesta se iniciaría con un vals y llamé a Poti, el
de Mira Quién Baila, para que me diera unas nociones básicas. Tampoco quería
hacer sombra a nadie. Me pasé toda la tarde leyendo la Vogue y el Hola! con el
fin de sacar ideas para mi traje. Tras unas cuantas horas me decanté por un
vestido blanco y rosa hasta los pies de Gucci, pero mejorado con el corte de uno de
Katie Middleton, la tela del traje de boda de la reina Sofía, una gasa como las
cortinas de la casa de Carmen Lomana y un broche en la cintura inspirado en las
hermanas Koplovitz. La verdad es que siempre fui muy buena haciendo collages.
Cenicienta me prestó uno de sus múltiples pares de zapatitos de cristal -que
siempre los anda perdiendo para catar varón- y Adele su mejor bolso bombonero,
por lo que ya tenía mi modelito preparado.
Invité a todo el mundo que pude y más, ya que desde
que corté con Mario Casas llevaba una temporadita en dique seco. Con él se me
hacía muy difícil cumplir mi voto de castidad cada vez que me agarraba entre
sus hercúleos músculos sudorosos, y podía sentir sus abdominales perfilándose
al respirar entre mi fina camiseta de algodón y… ¡Ups! Bueno eso, el dique
seco.
Llamé a los Backstreet Boys, que siempre me gustaron
un montón, a los hermanos Rivera guapos –vaya, los que no tienen el gen
Pantoja- y al chico que huele la almohada en el anuncio de Jean Paul Gaultier
–eso fue más por capricho que porque realmente me gustara. Como precaución por
lo que pudiera pasar en la fiesta compré KH-7 y Biblias para todos, cada uno
debe saber sus límites. ¡Ah! Y mis amigas también fueron, claro. Maca apenas
pensaba en Pablo. El tatuaje que tenía en el bajo-vientre con su nombre lo pudo solventar poniendo Juan Pablo II y
un retrato del Papa, así sus nuevos novios no se pondrían celosos. También vino
Cynthia, la amiga simpática, Evelyn, a la que le
favorece la oscuridad y hace que el resto brille más y, cómo no, Carlota, una
devorahombres insaciable. Me hice amiga de ella como proyecto personal, para
encaminarla por el buen sendero. Aunque ya lo di por imposible, me sigo
llevando con ella para que me resuelva ciertas lagunas que tengo sobre los
hombres. Por ejemplo, de cintura para abajo tengo mis dudillas. Entre los niños
pequeños que van desnudos por la playa y el Ken de mi Barbie hay sutiles
diferencias. Algo sobra. Y claro, yo no sabía si sería una pilililla de leche de esas que caen,
a lo que Carlota me dijo que algo de leche había, pero que ya me explicaría con
calma.
Y llegó el gran día. Estaban todos: los del club de
ajedrez, el de vela, el de hípica, el de los pijamas, el de la herradura, el de
los poetas muertos… Y yo, yo era la estrella, era mi momento y nada me lo podía
estropear. Empezó a sonar el vals de las mariposas. Ya sé que es más de boda
pero lo usé como una prueba prematrimonial. Carlos Baute se me acercó y me
dijo:
-¿Me consede este baile?
Casi me ciega con sus sonrisa y ya fui a la pista
medio mareada, pero lo que colmó el vaso fue que al hacer los pasos se
puso a mover la pelvis indecentemente. Llamé a seguridad y se lo llevaron a la
cárcel. Cierto que me pasé un poco, porque que bailara mal no era tan grave,
pero su última canción Me pones tierno tiene delito, y debía pagar por ello.
Rápidamente lo sustituyó uno de los de Fórmula Abierta -que tienen el caché muy
bajo y se los puede permitir cualquiera- y me lanzó por los aires en un bonito
final. Y después de la parafernalia del baile lento tocaba mover el
esqueleto a ritmo de pachangueo.
Llorando con lo de los nińos en la playa y el ken. Brutal haha me declaro fan total de este blog!
ResponderEliminarDe dónde habrás salido criatura? jaja, da igual mola mucho tu blog!!
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