Tras el desastre vacacional del año pasado decidí que era hora de cambiar mi rutina de verano. Estaba harta de tumultuosas playas donde las chicas sólo se dedicaban a subir la misma foto una y otra vez a Instagram con un hashtag a lo #paradise #relax #playa
Además ese tipo de fotos me da hambre ya que más que piernas parecen salchichas.
A última hora fui a la agencia de viajes de unos conocidos centros comerciales a quienes no les quiero hacer ningún tipo de publicidad. La chica de El Corte Inglés me atendió con un trato muy amable y respetuoso. Me recomendó diversos paquetes de viaje. De todos ellos uno llamó fuertemente mi atención. Era un bonito crucero por el mediterráneo y las islas griegas. El panfleto rezaba algo así: "Chicos estupendos están deseando conocerte, embárcate en el crucero del amor." Detrás del slogan había una foto de un par de chicos cuyos músculos reflejaban las gotas de aceite que bajaban por su cuerpo. ¡Era tan exótico el crucero que hasta ponía que iba a haber osos!
La verdad es que esa foto me bastó para decidirme. Nos apunté a Rosalina y a mí en esa aventura y en menos de dos semanas nos embarcamos en el barco del amor con el corazón abierto y las esperanzas en lo más alto. Todo iba a ser perfecto.
Rosalina me ayudó a deshacer el equipaje en mi camarote mientras le comentaba ilusionada las ganas que tenía de ese viaje.
-Ay Rosalina, me siento como Kate Winslet en Titanic salvo por esas cejas mal depiladas y esa elección de pintalabios tan de los 90. Espero que este barco no tenga barcas suficientes para todos los tripulantes que si no se muere mi amor verdadero en un trágico accidente nuestra historia de amor dejará de tener encanto.
Cuando deshice todo el equipaje me puse un bikini de infarto, mandé a Rosalina a buscarme al hombre más guapo de tercera clase y bajé a la piscina. No os podéis imaginar lo que me encontré. TODO HOMBRES. Hombres mojados y sudorosos bajo el tórrido sol mediterráneo.
¡Qué afortunada era! Las otras mujeres debieron de enterarse que yo también iba al crucero y lo anularían ya que sabían que no tienen nada que hacer con rivales como yo.
Por si fuera poco casi todo los hombres eran GUAPOS. Me sentía como el príncipe de Cenicienta eligiendo pareja como si de un catálogo se tratase.
Y para más inri el socorrista estaba cañón, una mezcla entre dios griego y modelo de revista con un minúsculo bañador rojo que no dejaba lugar a la imaginación. Era TAN guapo que incluso los demás hombres lo miraban con lo que claramente era cara de admiración.
Dejé mis cosas en una tumbona cerca del puesto de socorrista y fui directa a la piscina a llevar a cabo un plan especial. Cuando llegué a una zona donde el agua me cubría por los hombros me puse a chapotear.
-¡Socorro! ¡Socorro! ¡No sé nadar! ¡Que alguien me ayude!
Un señor mayor que nadaba cerca vino a mi rescate.
-¡Señorita! ¡Vengo a ayudarla! Cójase de mi cuello.
Hay que ver, ven a una chica vulnerable y se acercan todos como moscas. ¡Aprovechados!
Hay que ver, ven a una chica vulnerable y se acercan todos como moscas. ¡Aprovechados!
-¡Uy no no! ¡Quita quita! -le dije- ¡Que venga alguien que esté homologado! ¡Preferiblemente un socorrista con bíceps de acero!
Pero el socorrista parecía no percatarse ya que estaba muy ocupado sometiéndose el bañador para que le coja más moreno la pierna.
Tras haber tragado involuntariamente una gran cantidad de agua decidí darme por vencida y prepararme para la noche. Tenía que sorprender a todos los varones con un modelito de infarto. Había sido un desastroso comienzo pero no debía olvidarme de que estaba en un lujoso barco en mitad de las islas griegas, era como Meryl Streep en Mamma Mia.
Cuando llegó la hora de la cena bajé sola al gran comedor con un precioso vestido de encaje bordado a mano por niños tailandeses explotados.
Me senté en la mesa que compartía con tres fornidos varones. Después de presentarme nos pusimos a coquetear tímidamente.
Se llamaban Luis, Chema y Marcos. Ya imaginaba mi nombre bordado en mis toallas de mano al lado del suyo.
-¿Qué tal? Yo soy Marcos.
-¡Hola! Yo soy Luis y él es Chema, mi compañero de viaje en la vida.
-¡Uh! ¡Qué casualidad! ¡Yo también vengo con mi compañera! ¡Se llama Rosalina! Aunque bueno, creo que compañera no es el término adecuado ya que en realidad le pago por horas... ¿Y qué os trae por aquí?
-Bueno -dijo Marcos- yo vengo a buscar pareja. Me han dejado hace poco y venía a animarme un poco.
Pobre Marcos, pensé, cortan con él y se gasta después su dinero en un crucero sin apenas rastro de mujeres...
-Nosotros venimos a descansar y divertirnos un poco. Ya sabes, tomar el sol, salir de fiesta... ¿Y tú Pepis qué buscas?
-Pues yo vengo a encontrar a esa persona especial de mi vida - respondí.
-¿Y Rosalina? ¿Ella no lo es?
-¡Oh! ¡No! Tenemos una relación muy cercana, llevamos mucho tiempo conviviendo juntas pero busco a alguien más.
-¡Yo no le podría hacer eso a Luis nunca! -dijo Chema con cara de desaprobación.
La verdad es que Luis y Chema mostraban una relación muy cercana. Daba gusto ver una bonita amistad entre hombres tan sólida.
El showman del salón se subió al escenario micrófono en mano.
-¿Os lo estáis pasando bien? ¡No olvidéis de que en diez minutos empieza el concurso La Reina del Mediterráneo! ¡Aún estáis al tiempo de apuntaos!
-¡Oh! ¡No me lo puedo creer! ¡Voy corriendo a apuntarme! -dije emocionada.
Una vez ahí pude comprobar que la competencia no era muy alta. Había chicas con espaldas sorprendentemente anchas y la mayoría usaba un maquillaje nada favorecedor y muy poco sutil. Incluso muchas de ellas tenían unos rasgos demasiado masculinos para mi gusto. Por su propio bien, y por el de su autoestima, decidí retirarme de la competición, no necesitaba el título de La Reina del Mediterráneo, soy cuarta en la línea de sucesión al trono, si las infantas desaparecen en extrañas circunstancias y Froilán sigue siendo tal y como es la corona sería mía en un plis.
Agotada acudí al bar a tomar un refrescante cocktail a la luz de la luna. Me senté en una bonita butaca y tomé sorbitos de mi copa contemplando las estrellas. De pronto vi a un opuesto hombre que paseaba por la cubierta mientras miraba a la lejanía de la oscura noche. BINGO. Había encontrado mi Leonardo. Me acerqué a su lado.
-¿Si yo salto tú saltas? - le pregunté.
-¿Cómo dice señorita? ¿Se encuentra bien?
-¿Estará muy fría el agua? He oído que es como si te clavasen cuchillos afilados y una dama como yo no podrá aguantarlo sin un hombre a su lado...
-Lo dudo mucho señorita, está apoyada en la barandilla de la piscina, pero puede hacer la prueba a ver...
Decidí no tirar la toalla.
-La verdad es que estoy un poco sola en esta fría noche... Y en mi camarote sólo me espera el calor de las suaves sábanas de satén rozando mi cuerpo desnudo...
-Lo dudo mucho señorita, está apoyada en la barandilla de la piscina, pero puede hacer la prueba a ver...
Decidí no tirar la toalla.
-La verdad es que estoy un poco sola en esta fría noche... Y en mi camarote sólo me espera el calor de las suaves sábanas de satén rozando mi cuerpo desnudo...
-Pues qué le vamos a hacer...
¡Pero bueno! ¿Qué estaba pasando en ese barco? ¡Ningún hombre mostraba interés por mí! Era como si de pronto esa masa de metal que nos arrastraba por el mediterráneo fuese mi kriptonita de seducción.
Nada, no había manera de abrirme camino a su corazón. ¿Sería una nueva moda hacerse el duro ante mujeres? ¿Sería alguna nueva forma de ligar sacada de un libro de esos de 50 Sombras? Una se descuida y le cambian las reglas del ligoteo en un momento. Pensé que éramos las mujeres las que teníamos que hacernos las duras, para algo me he pasado toda mi vida ignorando a Michael Fasbendder, he conseguido hacerlo tan bien que ni siquiera sabe que existo.
Horrorizada volví a la barra de el bar a pedir algo un poco más fuerte para ahogar mis penas cuando para mi sorpresa descubrí a un pequeño grupo de chicas que hablaban reunidas en una mesa.
-¡Uy chicas! Necesito un poco de estrógeno en mi vida. Menudo pluff de barco. ¡No hay forma de catar varón! ¿Vosotras habéis tenido suerte con algún mozo?
-¿Nosotras?- preguntó la chica regordeta de mi derecha.- ¡Ni uno!
Todas se rieron con las palabras de su amiga. Me alarmaba que no se preocupasen lo más mínimo de encontrar un hombre.
-Ay chicas no podéis ser tan pesimistas. Así no me extraña que ningún hombre se fije en vosotras. Ya sé que la búsqueda del amor puede parecer como una canción de Bustamante, dolorosa e innecesaria, pero no tiréis la toalla.
Ninguna parecía tener el más mínimo interés. Es más, era como si se hubiesen rendido en la vida. Llevaban unos peinados muy estrafalarios y una ropa poco halagadora que ocultaba sus curvas...
-Tenéis que potenciar más vuestros rasgos femeninos. Por ejemplo tú, estoy segura de que si te soltamos el pelo tal que así y te ponemos un poco el flequillo para este lado dejarás de ser un ser asexuado y mostrarás al mundo la preciosa chica que llevas dentro. Mmmmm... Uy pues parece que no.
-Cariño - dijo la más alta de todas - para qué interesarnos por hombres cuando existen bomboncitos como tú...
-Comprendo que la duda os asalte, pero necesitamos a un hombre que tras el primer divorcio nos de la suficiente solvencia económica para escaparnos con Zac Efron a una isla privada para el fin de los días.
-¿Y no te sirve una mujer como yo?
-¿Una mujer? ¿Para qué iba a necesitar yo una mujer?
-¡Cariño, si esto es un crucero gay!
-¿De gays? ¡Pensé que esa gente sólo existía en las series de la HBO!
No es necesario decir que antes de que el barco atracase en su destino tenía a todos los hombres (y mujeres) del crucero loquitos por mí. No es que tenga nada en contra de los gays, sólo que ningún hombre en esta tierra puede resistirse a mis encantos. Es más, adoro a los gays, la mayoría de mis novios lo acaban siendo y estoy convencida de que mi futuro hijo será gay. Lo único que les echo en cara es que a ver si dejan a algún hombre guapo para las mujeres que nos los han acaparado todos.